lunes, 25 de mayo de 2009

Verdades como puños

Ayer paseando por atocha con una amiga, una de muchas personas que se te acercan al día para pedirte dinero o algo de comer nos reclamó su atención.

Su aspecto era desaliñado. Miraba en el escaparate de unos chinos un bollo de crema con ganas. Tenía hambre. Su cara y sus palabras eran sinceras. Una sinceridad aplastante:

" Si sólo quiero algo de comer, no pido dinero. Llevo todo el día sin comer nada".

No tenía ni dentadura. Se notaba que las drogas habían hecho en él un efecto devastador. Nos enseñó hasta un carnet como prueba de que estaba ya desintoxicado. Era de un programa de metadona para gente con problemas de drogas.

Entró en los chinos con nosotros y le compramos el bollo que decía y un yogur líquido para que tomara algo de leche. Eso también le gustaba.

Le dimos la bolsa y le estuvimos preguntando que si necesitaba ropa, dónde dormía... Nos dijo que le habían intentado quemar y que hace poco le habían quitado todo lo poco que tenía. Estuvo comentando que le conocían en un bar de ahí al lado.

" Si preguntas por mí, me conoce. Sé que puedo pedirle un bocadillo y me lo da. Pero cuando hay gente hay que tener respeto. Sé que me quiere mucho".

Al final acabamos dándole dinero de tantas cosas que nos contó. Cuando le puse las monedas en su mano pone una cara extrañada y me dice:

- " ¡Pero si no le he pedido dinero!".
- " Cómprese algo caliente".
- " Gracias, así lo utilizaré para comprarme mañana algo para desayunar"

Nos dio un abrazo con tanta fuerza y energía que nos estremecimos. El pulso se aceleraba y su voz temblaba de la emoción.

Se despidió dándonos las gracias y diciéndonos cómo nos iba a recordar.

" La parejita"

4 comentarios:

  1. No hay nada mejor que ayudar a los demás.

    Muchas veces olvidamos lo afortunados que somos y la vida tan "fácil" que tenemos, ahogándonos en problemas que francamente... son solo rasguños.

    ResponderEliminar
  2. La vida nos enseña lo difícil que es transitar por ella, para unos más que para otros. No debemos creer, que por el hecho de ser afortunados de tener trabajo y un techo, sómos mejores que otros. La vida se puede torcer en un instante.
    Ese gesto tan generoso que habeis tenido ha hecho que se me saltaran las lágrimas, porque hay que ponerse en la piel de los demás para ser solidarios, para echar una mano, para compartir un poquito. Si escuchásemos un poco más nuestra conciencia, quizá el mundo sería diferente.

    Antares

    ResponderEliminar
  3. ¡Hola! Nerea, desde la pagina de sinlges hasta aqui al ver que tenial el link en tu perfil. Preciosa y enternecedora historia, y muy bonito tu blog. Tambien tengo uno. ¡Nos vemos por aqui! ¡Besos!

    ResponderEliminar
  4. Veo que estamos igual de perezosos y que no actualizamos ninguno de los 2...

    ResponderEliminar