jueves, 30 de abril de 2009

Relato de Sicilia II

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Justo después de salir por la puerta del hostal, buscamos algún sitio para comer. Empezamos a andar y nos recorrimos bastantes calles, hasta que dimos con un sitio para comer unos tozos de pizza y un poco de focaccia. Lo suficiente para meter un poco de energía al cuerpo y poder seguir andando por las interminables calles ruinosas y ruidosas del casco antiguo de la ciudad. Donde los olores a comida y a suciedad se mezclaban, provocando un estallido de sensaciones.

Una vez llenado el estómago con álgo de comida y con bastante cansacio ya. Anduvimos durante unas cuantas horas por muchas partes del casco antiguo. En esta parte me falla un poco la memoria, pero si no estaba lloviendo ya, como si lo estuviera... Porque el tiempo nos acompañó durante el viaje. Nos persiguió la lluvia y no nos dejó ni un descanso. Pero con esa lluvia vimos otra cara de Sicilia. Una cara que no dejaba indiferente a nadie, entre gestos de cabreos por tener los pies y los bajos de los pantalones mojados y paisajes con niebla que parecían sacados de una película de intriga-terror. Al fondo parecía oírse incluso una banda sonora propia:

!Una tarantela!

http://www.youtube.com/watch?v=HLZJ4t0PUqY

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lunes, 27 de abril de 2009

Relato de Sicilia I

Hola a todos,

Perdonad por mi ausencia todo este tiempo, pero he estado de viaje en Sicilia una semana. Me ha venido bien para airearme un rato y despejarme. Aunque cuando vuelves te das cuenta (más si cabe todavía) de que la vida, los problemas y todo en general se afronta cara a cara y viajar sólo supone un alto en el camino para seguir progresando.

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Había nervios la noche anterior, son de estos momentos que la emoción te puede y las ganas de llegar te hacen estar despierto. El avión salió sin retraso a primera hora de la mañana. Ni siquiera había salido el sol. Pero el aeropuerto era un hervidero de gente esperando sus destinos. Unos nerviosos, otros dormidos, pero todos con la vista puesta en otro sitio.

Creo que fui el único que dormí todo el vuelo sin mover un músculo. Desperté justo antes de que aterrizara el avión.

La primera sensación que recorrió mi cuerpo cuando puse un pie en Palermo fue como si me encontrara en una ciudad Marroquí. La estación de tren se parecía demasiado a la de Casablanca y la costumbre de colgar la carne dentro de furgonetas con las puertas abiertas también confirmaba esa sensación que tuve.

Caminando por sus calles de camino al hostal, el caos del tráfico no dejaba indiferente a nadie. Los edificios dejaban ver una ciudad antigua con historia. El paso del tiempo y la polución hacen mella en cada esquina. Entonces fue cuando mi segunda sensación afloró: ¿estaba en Cuba? El aire decadente de la ciudad es el encanto de esta ciudad. Pero no, una vez más el idioma que se escuchaba por la calle me quitó esa idea de la cabeza.

Llegamos al hostal después de dar unas vueltas y perdernos por calles ruidosas y llenas de gente. El trato era agradable, la habitación estaba limpia, pero todo era viejo y bastante decadente. Dejamos las maletas, desansamos 5 minutos y nos apretamos los cordones de las zapatillas preparándonos para conocer la ciudad...

(Continuará)

lunes, 13 de abril de 2009

Reflexión

¿ Hay alguien ahí?

Hace días que no escribo y la verdad es que todos los blogueros aficcionados pecamos de lo mismo. Creamos un blog con muchas ganas y escribimos al principio mucho, pero luego lo vas dejando, a veces por falta de tiempo, otras por pereza. Y es que las cosas que haces con muchas ganas o consigues son las que luego cuesta mantener.

La intensidad de la subida, es directamente proporcional a la brutalidad de la caída. Esto es aplicable a muchos aspectos de la vida: el amor, el trabajo... donde todos cogemos una rutina y no nos salimos de ella. No haces las mismas cosas que hacías al principio ni con la misma intensidad.

Así es el ser humano, ante todo imprevisible, cambiante y bastante rutinario, hasta los más alternativos son rutinarios. No hablo de que se pierdan ilusiones ni amores ni nada por el estilo. Simplemente hablo lo que hablo.

jueves, 2 de abril de 2009

kilómetros de sonrisas

Todo lo que sé es que ella estaba sentada en su silla de metal. Una silla un poco fría, pero bastante cómoda. No tenía nada en lo que pensar, en lo que hacer, pero sonreía. Era feliz. Su sonrisa parecía que se despegara de su cara y saliera volando por la ventana de casa en casa.

Su sonrisa fue recoriendo kilómetros por las carreteras de medio mundo tan largas y con tantas curvas, pero seguía sonriendo como el primer día. Ni el viento que le pasaba entre los espacios interdentales, ni el sol que le resecaba los labios y le hacía calentar sus dientes, ni la lluvia que hacía parecer que esa sonrisa llorara, cerraba la abertura de esa sonrisa ni un milímetro. Ni uno sólo. Ni uno sólo.